Por Antonio Martín. Miembro del Consejo Asesor de La Salle International Graduate School of Business

Leía hace unos días un artículo en el ABC.es que se titulaba “La creación de empresas crece en 2012, pero se desploma el volumen de inversión”. Los datos mostraban como los emprendedores españoles seguían buscando la oportunidad soñada pero ahora con una caída de la inversión inicial de un 66%. Por otro lado, las disoluciones de empresas acumuladas hasta octubre habían crecido un 18%.

Si emprender un nuevo negocio nunca ha resultado una tarea fácil, estoy convencido que en estos momentos es mucho más complicado. La falta de financiación aparece como la punta del iceberg pero deslizándonos hacia la base apreciamos otros aspectos tales como el motivo que nos lleva a poner en marcha una nueva iniciativa empresarial, la solidez de la idea, los socios o nuestra capacidad para aguantar la presión que supone comenzar desde cero.

 Estos factores los he sufrido de una u otra manera en los tres proyectos empresariales que he emprendido, dos microempresas y un proyecto mediano-grande como elEconomista. Hoy con la experiencia acumulada sinceramente pienso que no hay nada profesionalmente más divertido, ilusionante, excitante y pasional como emprender un nuevo negocio. Es como ver crecer a un bebé que aunque no te deje dormir siempre arranca lo mejor de ti, el inicio de una aventura por la que si no estás dispuesto a dejarte la piel, no merece la pena empezar y tal vez no siempre estemos preparados.

Permitidme plantear la siguiente pregunta: ¿todos los emprendedores están  convencidos que quieren serlo? Pienso que en esta pregunta podemos encontrar la respuesta a muchas frustraciones y cierre de microempresas pasado un corto periodo de tiempo desde su lanzamiento.

Emprender requiere una buena idea empresarial, una estrategia y mucha ilusión, además de dinero. Sin embargo cada día veo más personas que se lanzan a la aventura casi por desesperación. Despidos traumáticos, dificultad de encontrar un nuevo trabajo y el final de la prestación por desempleo son el prólogo del inicio de una nueva empresa, condimentos que  en muchos casos nos conducen al fracaso. Es como ponerse una venda en los ojos y salir corriendo a ver si con un poco de suerte llego a algún destino aceptable, aunque no somos conscientes que en muchos casos te juegas tu patrimonio e incluso la salud.

Os dejo estas ideas como reflexión y en el post del mes que viene plantearé algunas preguntas y acciones que considero importantes antes de lanzarse a la aventura.