Por Jaime Queralt-Lortzing Beckmann. Miembro del Consejo Asesor La Salle International Graduate School of Business

La economía es un estado de ánimo. Del pesimismo surge la crisis y cuando se dispara la confianza nos encontramos ante lo que llamamos una ‘burbuja’. Y así cíclicamente, una y otra vez.

Digo esto porque hace unos meses leí un artículo que me dejó marcado, uno de aquellos que te dan qué pensar durante un largo tiempo y que, por más vueltas que le das, no te lo consigues quitar de la cabeza. En el mismo, tras un sesudo análisis de la crisis, se llegaba  a una conclusión que podríamos tildar de un tanto apocalíptica.

Se afirmaba en él que estábamos ante un cambio de era, que ya nada volvería a ser lo que habíamos vivido, que cada vez seríamos más y más pobres y que los jóvenes serían una generación más pobre que su antecesora.

O sea, nada que no leamos en cualquier periódico del día. Lo realmente llamativo, aquello por lo que ese artículo me dejó verdaderamente marcado, es porque ¡estaba escrito en 1976!, y hablaba, claro está, de la Crisis del Petróleo de 1973.

Esto me recuerda a esos otros mensajes, a cual más aterrador, sobre el calentamiento global, que vienen a decir algo así como: -“Este ha sido el verano más caluroso desde 1917, luego el clima está cambiando”. Un momento, y si en 1917 el verano ya fue más caluroso que éste, ¿porqué no cambió el clima entonces y volvimos a vivir otros veranos más templados?

 La conclusión, señores, es la misma. Siempre hubo quien nos dijo que aquella era La Crisis, la que nunca remontaríamos, la que nos hundiría en la miseria más absoluta; y, sin embargo, vinieron otros ciclos alcistas y los pudimos aprovechar mejor o peor, pero, en general, continuamos mejorando. De ésta también saldremos, esta crisis no va a ser eterna.

Churchill, por su parte, explicaba que él era optimista porque no parecía útil ser otra cosa. Pues seamos nosotros igualmente optimistas, hagamos patria, como indicaba Don Winston. Además hay un refrán castellano que nos resulta de aplicación y que dice: -“No hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista”. No lo duden, las golondrinas volverán sus nidos a colgar.