Por Coral López. Colaboradora de La Salle IGS en el Programa Internacional de Coaching Educativo

En la actualidad todos los datos apuntan a que los profesores están perdiendo parte de su prestigio, su autoridad y su motivación y que estamos viviendo una crisis global de la enseñanza. Se dispara el número de alumnos que agrede verbal o físicamente a sus profesores, de alumnos con fracaso escolar, de acoso escolar dentro de los colegios, de profesores que sufren el síndrome de estar quemados (absentismo, bajas por enfermedad, depresión, etc.)

El viejo paradigma de la enseñanza, está agonizando. Una enseñanza estandarizada, desconectada de la vida real de los niños y jóvenes, desentendida de cuales son las destrezas y talentos de cada niño, impartida desde una distribución de funciones en la cual el profesor acapara todo el conocimiento y los alumnos reciben pasivamente sus enseñanzas, donde la memoria es la cualidad estrella y los conocimientos se engullen antes de los exámenes para ser literalmente vomitados el día de la prueba, donde los niños van perdiendo su pasión por aprender a medida que avanzan por el camino escolar porque pronto descubren que lo importante es aprobar, y no tanto aprender. Vivimos inmersos en una cultura de la inmediatez y de la diversión, una cultura que nos desconecta muchas veces de lo mas auténtico de nosotros mismos. Uno de los aspectos mas necesarios para lidiar en el aula es esta tendencia a la desconexión de muchos de los alumnos, que viven en un mundo caracterizado por la inmediatez, en el que las cosas se consiguen ya y sin esfuerzo, en el que los valores pasan de moda como la ropa de pasadas temporadas. ¿cómo hace un profesor para captar su atención, para despertar su curiosidad? Solamente desde los contenidos académicos es muy difícil.

El propio sistema educativo contribuye a estos procesos de desconexión en el sentido de que los niños van perdiendo su creatividad a lo largo de la vida escolar. Se llena la cabeza de los alumnos de contenidos curso tras curso con la expectativa de que en el futuro los utilizarán, olvidándose del presente, del desarrollo de capacidades y estrategias que necesitan en su vida de todos los días. Se favorece la relación jerárquica con el profesor en detrimento de las relaciones horizontales en la clase. Se sitúa a los alumnos en un rol de dependencia respecto al profesor, cuando este tipo de relación grupal lo que genera es aburrimiento y desmotivación. Sabemos que los grupos para ser eficaces requieren de lideres que sepan colocar a todos sus miembros en un rol activo para cooperar, delegándoles funciones y dejándoles asumir protagonismo. El factor clave en esta adaptación a los nuevos tiempos es permitir a los estudiantes asumir un rol mas activo en su propia educación, tendiendo hacia un equilibrio entre los campos cognitivo y emocional, hacia una formación integral del alumno. En este proceso de cambio es necesario que los profesores hayan trabajado en si mismos la inteligencia emocional, capacidades como la capacidad empática, el autoconocimiento y la capacidad de liderazgo, para ayudar a sus alumnos a prepararse para la sociedad del futuro, para tener tanto éxito profesional como para saber liderar su propia vida en un futuro que demanda habilidades emocionales tan importantes como son: aprender a gestionar la incertidumbre, la ansiedad y los cambios. En este sentido, uno de los pilares básicos para manejar la incertidumbre es enseñar a los estudiantes a pensar por si mismos, a discrepar, a diferenciarse del grupo a la vez que aprender a tolerar y respetar a los otros. Enseñarles a desarrollar liderazgo, a desarrollar un rol activo en los grupos, a buscar soluciones ingeniosas a los desafíos, a resolver problemas proveyéndoles de herramientas y, por supuesto, de conocimientos.