Por Jaime Queralt-Lortzing. Miembro del Consejo Asesor de La Salle IGS.

        De alguna manera tenemos que desmitificar la ‘eficacia de la seriedad’. Por supuesto que, según en qué momentos, es importante mantener un grado de formalidad tal que no se superen los límites mínimos de la cortesía.

Sin embargo, a sensu contrario, hay otros momentos en los que el buen humor puede ser muy rentable en la relación empresarial. Desde cómo realizar una crítica más amable, a cómo desdramatizar un fracaso; la capacidad de reírse de uno mismo resulta verdaderamente desengrasante y acaba restándole gravedad a ambos extremos.

         Pero donde de verdad es la piedra filosofal es en las llamadas ‘tormentas de ideas’, porque el humor favorece la innovación. Esto es un hecho. Cuando he tenido ocasión de explicar mi visión sobre estos ‘brain stormings’, he repetido siempre una frase que me resulta paradigmática: -“Si queremos que sean eficientes, hay que fomentar el desvarío”. Y eso porque las ideas rompedoras surgen en medio de ese momento de risa posterior a una propuesta descabellada recién formulada por otro. Y lo más importante, suelen ser una variación de aquella.

        Dice la leyenda que en los años cincuenta una conocida marca de dentífrico buscaba cómo incrementar sus ventas y sus directivos se reunieron a puerta cerrada en sesudo cónclave. Tras más de seis horas poco provechosas, decidieron posponer el tema para el día siguiente, pero la mayoría se quedó en la sala en animada charla, que fue deviniendo en jolgorio, a poco que se sirvieron las primeras copas de brandy, y acabaron comentando lo ridículo de sus propios anuncios televisivos. En un momento dado, uno de ellos, rompiendo a reír, dijo: -“¿Os imagináis si saliera pasta del tubo y, ¡hala!, llenara el cepillo totalmente, de un lado a otro?”. –“Eso”, apuntó otro, “¡que eche pasta desde el extremo del mango hasta la otra punta del cepillo!”. De pronto, todos se quedaron callados. Decidieron que en el anuncio, se pusiera pasta, desde un extremo al otro de la superficie formada por las cerdas, y que, incluso, quedara una parte de pasta en voladizo a cada lado. Esta imagen marcó tendencia y, en lugar de una pequeña porción de pasta en el centro del cepillo, se impuso esta nueva manera de distribuirla. Sus ventas subieron un 22% al mes de la emisión.