Por Ignacio Martínez Mayoral, Experto en Negociación y colaborador de La Salle International Graduate School of Business.

Imagine que dos directivos de empresas competidoras se encuentran en un evento social, quizás un almuerzo con otros representantes de la industria. Entre plato y plato, profundizan en el conocimiento mutuo, tanto personal como profesional, y llegado el momento del postre ambos han decidido apostar por un proyecto conjunto que les lleve a lograr objetivos complementarios. 

Sin conocer en profundidad los detalles, algo así debió ocurrir cuando, a principios de la década de los 70, Stan Lee y Soichi Noma decidieron lanzar una adaptación para el mercado asiático del mítico personaje de Marvel Spider-Man

Y aunque pueda parecer anecdótico, la semilla de muchas alianzas y acuerdos proviene de los encuentros personales entre quienes detentan el poder de decisión en las organizaciones. De su visión estratégica, por un lado, para entender la compatibilidad de los objetivos respectivos, más allá de posiciones enfrentadas, y del necesario entendimiento personal, por otro, depende el nacimiento de un buen número de alianzas

Aunque no necesariamente son factores que determinen su éxito o fracaso.

Volviendo a nuestra historia, en 1966 Kodansha, actualmente el mayor coloso editorial en Asia, se introduce en el difícil mercado norteamericano, un terreno desconocido hasta ese momento para la dinámica industria editorial japonesa. En aquel momento la compañía es liderada por Soichi Noma, el personaje clave para el despegue de Kodansha por su apuesta por la colaboración con grandes editores internacionales. Y habiendo desembarcado en terreno norteamericano no es extraño que Noma hubiera puesto sus ojos en Marvel, el mayor referente en la industria del cómic que actualmente forma parte del imperio Disney.

Aunque no hay detalles del probable encuentro de Lee, que dirigió durante décadas Marvel, y Noma no parece descabellado que llegaran a la conclusión de que en compañía podrían alcanzar más rápidamente sus objetivos respectivos. O, por lo menos, reducir el riesgo de una aventura con resultados inciertos. Por ejemplo, Marvel ya había intentado anteriormente introducirse en el mercado japonés con una simple traducción de historias ya publicadas en otros mercados que no dio los resultado esperados. Una alianza con Kodansha, aprovechando su conocimiento de la audiencia y acceso a la distribución, haría más factible un proyecto de introducción en un mercado hostil. Y viceversa, para Kodansha aliarse con Marvel para introducir su línea de productos editoriales, sobre todo centrándose en el manga, supondría un salto hacia los grandes y rentables mercados occidentales.

Pero para ello, necesitaban diseñar un producto adaptado al mercado japonés pero con la fuerza del original. Basar la alianza en los elementos complementarios y construir una relación de compatibilidad, confianza y compromiso. Y, además, con una intención duradera como así lo demuestran los sucesivos proyectos y colaboraciones entre ambas compañías desde entonces.

Así, el primer fruto de la colaboración fue el lanzamiento en enero de 1970 de Spider-Man en su versión manga, una colección de 13 álbumes ilustrados por Ryoichi Ikegami, publicados originalmente en japonés y, posteriormente, traducidos al inglés.