Por Marcos Pelegrin, Business Development Manager en Nexus y Colaborador de La Salle International Graduate School of Business

Uno de los indudables avances que la globalización nos otorga es la facilidad de movimiento tanto en términos económicos como temporales. Esta recurrente y obvia reflexión imbrica numerosos y determinantes factores antes escasamente relevantes, y que convierten el turismo en una competición internacional de máximo nivel.

En esta competición, donde gana el que más visitas recibe, ciertos elementos se revelan capitales, como las infraestructuras, los precios o los recursos naturales. El World Economic Forum publica cada dos años el Travel & Tourism Competitiveness Report donde utilizando estos indicadores de manera sistematizada, cada dos años organiza y cataloga los países en un ranking global. Uno de los indicadores utilizados que más llama la atención es la hospitalidad, es decir, la actitud de los nacionales hacia el turismo, y cómo valoran este fenómeno migratorio temporal. Echando un vistazo a los primeros puestos de la lista, comprobamos cómo España no aparece en ellos pese a ser un referente mundial en el sector, y en hospitalidad nos encontramos bastante lejos de los países que copan el podio por este orden: Líbano, Barbados y Hong Kong, los tres muy alejados de convertirse en potencias mundiales del turismo aunque seguro que después de conocer este dato a más de uno le crecerán las ganas de visitarlos. Para encontrar a España en el indicador de hospitalidad, hay que descender hasta la posición 39.

Estos bajos niveles de hospitalidad en comparación con nuestra posición global en el sector turismo, son perfectamente trasladables a la recepción de extranjeros en otras esferas, como respecto de los expatriados profesionales, bien por compañías privadas o bien aquellos diplomáticos destinados en las Embajadas con presencia en España. Esta categoría está integrada en su mayoría por migrantes temporales, es decir, por término definido, con una media de alrededor de cuatro años. Si al punto de la hospitalidad, ahora le ponemos en conjunto la carencia de la sociedad española en cuanto a idiomas y nuestro bajo desempeño en uno de los índices más representativos, el Doing Business, que mide la sencillez para realizar negocios en un Estado, realizado por el Banco Mundial y donde nos colocamos en la trigésimo tercera posición, parece que no seamos un destino muy atractivo. Sin embargo, esto es incorrecto, y España sigue siendo uno de los destinos preferidos para diplomáticos y profesionales debido a otras muchas virtudes de las que goza nuestro territorio y que hacen que nuestra posible carencia a la hora de acoger foráneos quede en segundo plano, como nuestro vasto patrimonio cultural e histórico o el clima.

En el pasado, por voluntad propia pero por diversos motivos he tenido el privilegio de poder residir en varios de nuestros países colindantes donde alardeaba de la hospitalidad española al tiempo que invitaba a todos a visitarnos. Años más tarde me doy cuenta de que la ensalzada hospitalidad española, no es tal, pese a que casi todos los españoles residentes en el extranjero ejercen como embajadores de la misma continuamente. Menuda revelación. Ahora, tras el desengaño, afanémonos en dar la bienvenida a aquellos que comienzan una estadía en España, y que, por azar, elección o destino visitan por una temporada más o menos larga nuestro país.

Me alegra enormemente que La Salle comience 2015 aportando su granito de arena con el lanzamiento del Diplomatic Mission & Business in Spain, un programa innovador a nivel mundial, enfocado a aquellos diplomáticos, agregados comerciales y demás personal destinado en España. Su objetivo es el de ofrecer las herramientas necesarias para desenvolverse con soltura en nuestro país, así como acelerar su proceso de inmersión y conocimiento, que como veíamos anteriormente al examinar los índices, no es tarea tan sencilla como a primera vista pudiera parecer. Enhorabuena, mucha suerte y gracias.